sábado, 27 de agosto de 2011

“BROKEN STAR” CAINE


No había un alma en las calles de Desolación en el atardecer cuando los hombres de “Broken star” Caine detonaron la bomba que abrió la caja fuerte. El estruendo alertó a la gente y algunos salieron de sus casas. El humo que provenía del banco ocultaba la figura de los ladrones. La pequeña hija del herrero que había salido a jugar con sus muñecas, fue la primera en llegar. Los gritos de su padre no la detuvieron cuando atravesó la nube de humo. Allí, la pequeña Jessica sintió de pronto un fuerte tirón que la levantó del suelo y se encontró cara a cara con Caine. Jessica gimió de dolor por su hombro, pero el daño dio paso al miedo al ver el rostro de su captor. Delgado, viejo pero fuerte, con unos ojos azules brillantes de maldad. Tras él, sus hombres hacinaban sacos con el botín en un pequeño carro tirado por mulas. De entre la cada vez menor nube de polvo, emergió la figura de Caine, arrastrando a la niña tras de sí. Todo el pueblo se quedó petrificado. El líder de los ladrones, lanzó a la niña de atrás adelante y ésta aterrizó sobre su rostro que quedó magullado y ensangrentado.
-Traedme al sheriff de este estercolero- gritó Caine. Con un gesto hizo que sus hombres cargaran sus rifles y se dispersaran en cuatro direcciones distintas. Caine avanzó hacia Jessica y con una sonrisa demoniaca le susurró –Búscame al sheriff y dile donde estoy-
Jessica corrió y atravesó la muchedumbre sin hacer tan siquiera caso a su padre. Con los ojos llorosos entró en el bar de Desolación. Allí estaba el sheriff Dan, encorvado sobre la barra. Con su rostro juvenil pero destrozado y una mirada de haber vivido mil vidas, Dan se aferraba a un vaso de whisky. Los lamentos de la niña le hicieron girarse. Dan había oído la explosión, sabía que pasaba. Vio la sangre en la cara de la niña y se estremeció levemente. Cuando la pequeña Jessica le imploró que saliese a la calle se oyó un disparo. Caine había comenzado a “sugerir” a la multitud agolpada, que quizá fuera buena idea disolverse y volver cada uno a su agujero.
Dan miró por la ventana del bar. Pese a la amenaza de tormenta, algunos rayos de sol se filtraban por los cristales. Dan negó con la cabeza y volvió a su vaso de alcohol.
-Necesitamos su ayuda- dijo Jessica.
-Todavía no- respondió el sheriff –Vete a lavarte la cara niña, por favor- Jessica obedeció y salió corriendo. Cruzó la calle en dirección a su casa cuando las primeras gotas de lluvia tocaban el arenoso suelo de Desesperación. Caine la vio y no dudó. Una bala surcó el aire y aplastó los sueños de Jessica, al menos todos los que puede tener una niña que crecía en un pueblo así. Dan escuchó el cuerpo caer al suelo y oyó a la mujer del herrero gritar tras su ventana. Tragó saliva, volvió a mirar al exterior, como las nubes cubrían el sol y el atardecer daba paso a la noche. Se levantó y avanzó a la puerta. Dudó pero salió al exterior. A medio camino, con su excelente vista, vio a la pequeña Jessica sobre un charco de su propia sangre, 100 pasos más allá estaba Caine.
Dan avanzó, las gotas mojaban su ropa. Le ardía la cara y cada paso era más duro que el siguiente, pero la noche llegaría pronto. Pasó junto a la niña sin mirarla pero sintiéndola. Un ansia recorrió su cuerpo. Caine sonreía. Cuando estuvieron frente a frente, el asaltante retiró el ala de su gabardina. La lluvia se había intensificado relajando el calor que recorría la piel de Dan. Caine mostró la causa de su apodo. En su pecho, sobre su negro corazón, brillaba una estrella de sheriff de cuatro puntas, cada una perteneciente a un muerto en cumplimiento del deber.
-Me falta una punta- gritó Caine y señaló a Dan con el dedo –Y me gusta la tuya-
Dan dejaba correr el tiempo, observó donde estaban los matones de Caine. Hizo una pausa y dejó de sentir el ardor de los rayos del sol en el rostro. –Tenías que haber esperado a la mañana- dijo Dan.
Caine no entendió a que se refería Dan. La tormenta era cada vez peor y ya se estaba cansando de aquello, desenfundó su revólver y en un solo gesto apuntó y disparó a Dan. La bala atravesó una nube de humo que ocupaba el lugar donde previamente se encontraba Dan. De pronto un grito ahogado se oyó en el tejado de la casa a la izquierda de Caine y uno de sus hombres cayó envuelto en sangre, abierto de la ingle a la garganta. Caine miró inmediatamente a la derecha al oír a otro de sus chicos llorar y gemir. Un mejicano corpulento y sin brazos salió del callejón para morir tras dar unos pocos pasos. Caine reculó y escuchó dos gritos más, la tormenta no le dejaba ver, su corazón se desbocaba causándole una sensación de terror, la misma que Jessica había sufrido minutos antes. De pronto la cabeza de uno de sus hombres cayó a sus pies. Caine se giró y disparó. La bala penetró en Dan que estaba a unos pocos metros. Dan miró la herida de su pecho y miró a Caine. Mostró sus colmillos llenos de sangre.
-Deberías haber esperado a la mañana-

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