sábado, 13 de agosto de 2011

MORRO


Soy consciente de que atravesamos una situación social y económica, llamémosle, deficiente. También sé que debido al aumento de la tasa de paro, al incremento de la deuda y a no sé cuantas cosas más, el nivel económico de muchas familias ha pasado a ser insostenible empujando a mucha gente bajo el umbral de la pobreza. Este dato puede haber causado un aumento del número de personas que se dedican a mendigar por metros, trenes o iglesias en busca de un poco de comida o dinero. Es una lástima que se haya llegado a esta situación. Sin embargo, tanto en las épocas de mayor bonanza como en las de absoluta pobreza, existe gente que florece, y más en España, país caracterizado por un amor por la picaresca que data ya de siglos atrás. A mí no me importa echar una mano de vez en cuando. He comprado comida a gente que me lo ha pedido y no me ha importado gastar unos euros en ese momento, pero hay personas circulando por ahí, que tienen tal morro, que te hacen dudar de todo el mundo, haciendo que al final paguen justos por pecadores.

Una vez más, y tras una breve introducción, si alguien está leyendo este rollo puede preguntarse dos cosas. La primera es si voy a hacer un estudio sociológico o geopolítico sobre las causas de la pobreza y la inflación de los mercados. La respuesta sería positiva si el que esto escribe hubiese nacido en Buenos Aires o alrededores, pero careciendo yo de la labia argentina y de su capacidad para hablar de temas como estos y otros mucho más complejos, pasamos a la segunda pregunta, mucho más española y cañí. ¿Qué coño me estás contando?
Por ejemplo, don Jorge te puede hablar sin respirar de cualquier tema durante media hora y no decir nada en realidad.
Lo que estoy contando surge a colación tras un encuentro fortuito que tuve ayer con un hombre que se avino a pedirme dinero y gracias al cual, he recordado encuentros muy diferentes con gente que realmente mendigaba por vicio, deporte o por caradurez. Este hombre se me acercó y en su introducción tuvo a bien indicarme que no se había drogado en los últimos veinte años. No lo consideré un dato importante. Hace veinte años que no como pipas de calabaza y no lo voy pregonando por ahí. Acto seguido cambió de tema y me comentó que si le podía dejar 2,10 euros, una suma demasiado exacta a lo que yo le pregunté, intrigado, que para qué eran esos dos con diez euros. Su respuesta fue acojonante. “Para irme de vacaciones a un albergue que hay en Cuenca” Tócate los cojones Manuel. Es la primera vez que me piden para irse de vacaciones, y a Cuenca nada menos, que ya puestos vete a Ibiza y gasta mi dinero en la discoteca Pachá. No le di el dinero, obviamente, pero me fui pensando en la cara que hay que tener para mendigar, y que tu mejor arma sea que, como ya no te drogas, necesitas unos días de vacaciones
"Lo que te digo Chemari, y va el tío y no me da dos leuros para arreglar el yate"

Una vez visto este ejemplo y basándome en algunas experiencias previas, voy a dar unas indicaciones de cara a que si alguien quiere dedicarse a la mendicidad, no caiga en errores manifiestos.

1.       ESCOGE BIEN LA LOCALIZACIÓN. La historia a contar para conseguir el dinero público debe ser acorde al sitio en el que te encuentras. Cuando yo era un chaval que vivía en Oviedo, se me acercó un buen hombre en la acera del Hotel Reconquista. La historia era la siguiente. Unos “desalmados” se habían acercado a él, y en vez de robar a la gente que sale del hotel más caro de la región, habían decidido robar los periódicos “La Farola” que el muchacho distribuía con el consecuente percance para él. Ese era su problema. Su petición era un euro para llamar a la policía. Claro, el error, como todo el mundo que haya renovado el DNI en Oviedo sabe, es que en la acera contraria del Hotel Reconquista, se encuentra la comisaría de policía, la cual yo, muy diligente y honrado, le señalé con mi dedo índice, avisándole que no era necesario que se gastase mi euro. La respuesta del pedigüeño cuando se dio cuenta de su error logístico fue, mirar la comisaría, mirarme a mí y gritar “Por el amor de Dioooooooooooooooooooooooooos” Como no supe a cuento de que venía aquella súplica, me fui a mi casita.
2.       CAMBIAR LA HISTORIA. Este factor es fundamental, por cuanto hay centros neurálgicos en cada ciudad que personas como yo (sobre todo cuando tienen trabajo) recorren todos los días. Así fue que en la estación de Atocha, una mujer se acercó pidiéndome dinero porque había sido objeto de un atraco en el cual le habían robado la cartera. Yo no llevaba nada encima y pese a no creerme mucho la historia, no pude ayudar. Quince días después, la misma mujer se me volvió a acercar en el mismo sitio a contarme la misma historia. Como no soy buen fisonomista dudé y pensé que quizá había una plaga de carteristas que se dedicaban a sustraer billeteras a mujeres con aspecto de politoxicómanas. Claro que una semana después la mujer volvió a contarme lo del robo y yo no pude más. Le comenté que era la tercera vez que me contaba la misma película y que ya estaba bien, a lo que ella dijo algo de mi madre que no recuerdo con claridad, alguna alabanza supongo, y se fue.
3.       CUIDA TU IMAGEN. No debes acudir a tu sitio de trabajo con el aspecto de un triunfador. Recuerda que estás pidiendo dinero y que la lástima es una de tus mayores armas. Es por esto que las siguientes personas que me vinieron a pedir pasta se fueron con las manos vacías.
a.     Chico con musculatura perfectamente esculpida en el gimnasio. No puedes venir a pedirme dinero para comer con un cuerpo así. En todo caso me das una paliza de muerte y me robas, pero un poco de decencia y moral, hombre.
b.     Chico con un iPhone de última generación. Vienes a pedirme dinero y te suena el móvil. Eso ya no deja buena imagen, pero que encima me saques esa virguería, ya es la leche. Yo he tenido que ver como se escribe iPhone en el Google, no me fastidies.
c.     Señor vestido correctamente y con las llaves del coche colgando del cinturón. De un Citröen para ser exactos. Guárdalas en el bolsillo de atrás, que queda muy triste pedir para comer así. Otra opción es pedir para gasolina, que esa igual cuela.
d.      Chaval con elevado nivel cultural. Ese es un error grave. En pleno Amsterdam, un chico nos pidió dinero a mis amigos y a mí, EN TRES IDIOMAS, griego, español e inglés. Con ese currículo podrías trabajar en cualquier empresa de España, así que da la sensación de que haces lo que haces para procurarte vicios malos.
4.       ACEPTA LO QUE TE DEN. Por último, no seas avaricioso, no estás en este negocio por ganar dinero, es una carrera de fondo en la que empiezas desde abajo y en la que con esfuerzo, podrás llegar a diputado o algo así, de tal manera que plantea tus metas poco a poco y si ves que una persona a las cuatro de la mañana, borracha como un lémur, solo tiene monedas de diez o veinte céntimos, no te enfades ni le riñas. Acéptalo y vete. Los billetes de cien ya llegarán.
Con este dato cierro mis consejos de hoy para una correcta mendicidad. Espero que os sean útiles.

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