martes, 6 de marzo de 2012

CUENTOS DE PRINCESAS


Desde lo alto de mi torre, de mi celda, de mi presidio, oteo el horizonte en busca de esperanza. Con la mera compañía de mi ama de llaves, carcelera y enemiga, paso los días con la necesidad de un caballero que venga a rescatarme. Sueño con un hombre fornido y armado que descienda de lomos de su corcel, postre su rodilla en tierra y me salude descubriendo un hermoso rostro bajo su yelmo. El me sonreirá, yo sonreiré, y con un simple gesto echará abajo la puerta del castillo, ascenderá por la escalera de caracol que lleva del patio a mi habitación y entrará iluminando mi oscura vida, cogiéndome en brazos y llevándome a vivir una etapa nueva, llena de amor, lujo y aventuras.

Más ¿qué veo?, mejor dicho, ¿Qué es aquello que oigo?, ¿Son los cascos de un caballo? Sí, lo son. Mis ojos azules como el azul cielo apenas lo vislumbran, pero entre los árboles del bosque que rodea mi mal llamado hogar, percibo un fulgor plateado, un brillo de otra tierra. Un hombre, sin duda, vestido para el combate. Brillante armadura, poderoso galope ¿Será éste el día? ¿Se acabarán mis penas? Mi vieja ama de llaves rechina los dientes. La oigo desde aquí. Odia servirme, odia vigilarme, más cuando yo me vaya, ¿qué vas a hacer, vieja bruja?

Pero, un momento, desde el este llega otro sonido ¿Otro galope? ¿Cómo es posible? Años de espera y hoy dos pretendientes, ¿puedo ser más afortunada? ¿A quién elegir? ¿Desde cuándo puede una princesa encerrada en una torre elegir? Creo que seré la primera ¿A quién escoger? ¿Al más guapo? ¿Al más fuerte? ¿Al más rico? Tanto tiempo y tantas dudas acumulándose. Me siento nerviosa, mi cuerpo tiembla. El caballero del este viste de negro. Mala señal. Solo los villanos visten de negro ¿Será un villano? Entonces mi decisión será sencilla, aunque los malvados, por alguna razón que una princesa como yo desconoce, suelen ser más afortunados que los bondadosos. Parece que tendré una tarde interesante. Ambos se aproximan, pero mi galán venido del norte y envuelto en plata es el primero en llegar.

Su caballo es blanco como la nieve de las altas montañas y la estampa del joven es formidable. Baja del corcel de un salto y se quita el yelmo con una clase innegable. Ahí está. El hombre de mis sueños. Rubio. Hermosa melena. Mentón duro y una sonrisa que rima con sus bellos ojos azules. Sin duda la mirada de nuestros hijos deslumbraría al propio sol. Hinca su rodilla en tierra. Me sonríe y me pide permiso para tomar la torre por la fuerza. Pero dudo.

Y ahí llega la razón de mi duda, mi caballero negro, el malvado hombre que acelera mi corazón. Su caballo parece atrapar la luz del alrededor en su oscuro pelaje. La tierra tiembla a su paso. Se acerca mientras mi otro seguidor lo mira con ojos desafiantes. El caballero oscuro desciende de su montura con una fuerza inusitada y mi corazón aumenta su ritmo. Se descubre. Su rostro duro, hercúleo, tallado en mármol. Sus ojos negros, poderosos y fuertes. Su melena a juego con la crin oscura de su caballo. Un hombre con todas las letras. No se arrodilla. No hace falta. Ha venido a tomarme tanto si quiero como en el caso contrario. Me mira y me derrito. Miro a mi otro pretendiente y me enamoro ¿Qué hacer?

Ellos deciden por mí. Desenvainan sus espadas y comienzan a batirse en duelo singular. El caballero rubio es más rápido, más ágil, y su esgrima es bella y estética. La bestia de pelo negro es fuerte, poderosa, ruge como un animal. Sus tajos cortan el aire y destruyen todo lo que alcanzan. Ambos se igualan en poder, técnica y destreza. El combate es hermoso, puro y violento. Mi corazón se lanza y toma partido, ahora por uno, luego por otro. Uno retrocede, el otro avanza, se tienden trampas, fintan y engañan. La batalla es cruel, dura y despiadada pues el trofeo así lo merece. Se juntan rostro con rostro, con ojos fieros, respirando agitadamente y en un rápido gesto ambos caen, uno sobre el otro, y..

Y, ¿Qué demonios hacen? Pero, ¿qué hacen?, ¿Están besándose? No me lo puedo creer. Esa mano no va ahí caballero rubio. Suéltale el trasero al padre de mis hijos malvado caballero negro, y vos, mí hermoso rubio, mostráis una gran destreza con la lengua, pero en el sitio equivocado. Mi boca está aquí, treinta metros más arriba, no malgastéis saliva.

Se levantan, se toman de la mano con la respiración aún agitada. Hasta sus corceles parecen tornarse en arrumacos y carantoñas. Se miran acaramelados, olvidando el verdadero trofeo. Les grito, les llamo desde lejos y mi voz parece perderse en el olvido. No me escuchan, no me hacen caso. Suben a sus caballos y se van juntos con la puesta de sol, sin mirar atrás, reflejándose cada uno en los ojos del otro, y aquí me quedo, sola, compuesta y sin novio, con la mera compañía de esa bruja que debe trabajar para mí.

¡Ama de llaves! ¡Ama de llaves! La llamo obviando su nombre, ya que sé que le jode. Abre la puerta con gesto torcido. Maldita perra, baja y pon un letrero en la puerta. Necesito hombres de sexualidad probada. Nada de locas. Y ya de paso escribe que se exigirá certificado escolar ¡Vamos bruja! Cumple mi encargo. Estoy harta de príncipes de fantasía. Quiero uno de verdad. Un caballero de los que no quedan, de pelo en pecho, sucio y maloliente, me da igual, pero que me tome de una vez ¡Dios! Que infierno de prisión, que hartazgo, que aburrimiento ¡Ama de llaves! Sube aquí mi ordenador, necesito comprarme algo bonito en Amazon, ya que no me dejas salir, vieja puta. Maldita sea, desde que prohibieron el porno de Megaupload me aburro como una mona.

Puñeteros cuentos de princesas, que jodida mentira. 

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