Hace unos años, un anuncio de
televisión mostraba su teoría acerca de que si varios millones de personas aceptaban
un producto, era imposible que estuvieran equivocadas. Con el paso de los
tiempos, esta teoría se ha quedado obsoleta y muestra resquicios en su línea de
flotación que harían hundirse al mismísimo Titanic. Solo que ahora esas grietas
no son más que rasguños. Para muestra varios botones.
Millones de personas ven o veían Sálvame, Salsa Rosa, ¿Qué me dices?
y demás prensa rosa. Millones de personas son adictas a Gran Hermano y año tras año ven desfilar a los grotescos despojos
de la sociedad por las hermosas casas construidas para que los veamos copular
como a los monos del zoo. Millones de personas van a ver las películas de Michael Bay año tras año. Millones de
personas prefieren las hamburguesas al jamón ibérico. Muchas (no millones)
vuelven a votar a don Paco Cascos en
Asturias, tras ver como éste se ríe de ellos durante más de un año. Millones de
personas leen y se creen todo lo que dicen As,
MARCA, Sport y Mundo deportivo
cada día ¿Están equivocadas? Pues no lo sé, pero lo parece.
Como todos los temas anteriores
se alejan de mi control y conocimiento y hoy la patata caliente vuelve a estar
en el ámbito deportivo, no puedo más que asombrarme con la nueva noticia sacada
a la palestra en el programa deportivo nocturno de la COPE, de manos de los otrora periodistas de la cadena SER, Guasch y Alcalá. Años
atrás, la lucha en los diferentes frentes de la prensa deportiva era encarnizada.
Un oyente de García no podía soportar
a de la Morena. Ahora no. Ahora los “periodistas”
pasan de plató a emisora “rival” como Pedro por su casa. La idea de pensamiento
único comienza a establecerse y la Iglesia del periodismo deportivo comienza a
lanzar mantras al pueblo llano para embobalicar sus mentes. Y lo consiguen.
Yo puedo presentarme ante el
espejo cada mañana y pensar que soy el hombre perfecto, cruce de Clint Eastwood y Bruce Willis (hombres de mis sueños). El problema no reside ahí.
Surge en el momento en el que me lo creo y salgo en camiseta de tirantes a la
calle como si fuera John McClane. Con la Iglesia de la prensa deportiva sucede
lo mismo. Ellos pueden lanzar sus proclamas desde sus atriles gritando con la
fuerza de los elementos. Si no hay nadie en el bosque, no se sabe si el árbol
hace ruido al caer. Pero el bosque está lleno de feligreses que absorben como
esponjas las barbaridades lanzadas por sus falsos profetas y de esta manera yo
he escuchado cosas como las que siguen.