miércoles, 11 de julio de 2012

LA MARCHA MINERA



Llega la marcha minera a Madrid. Lo hace envuelta en la dicotomía del clamor y la indiferencia. Clamor popular, apoyo masivo del ciudadano. Indiferencia de la prensa que mira hacia otro lado, ninguneando al pueblo una vez más y defendiendo los intereses de quien la protege, la cobija y la ampara, puesto que hace años que la prensa pasó de ser un medio de información para convertirse en un medio de propaganda.

Pero dentro del apoyo del resto de ciudadanos, también existe una especie de división. Muchos son los que ven en esta lucha de los mineros un ejemplo a seguir, una forma de moverse, una protesta que puede perder en algún momento la razón en la forma pero que es solida como la roca en el fondo. Otros consideran que esta huelga no es legítima y que es solo ruido y fuegos de artificio por parte de un grupo social particularmente beneficiado. 

La minería ha sido desde siempre una de las imágenes de la lucha social y de clases. En 1895, Leopoldo Alas Clarín ya hablaba del tema en su obra “Teresa”. Todo el mundo sabe de la participación de los mineros en la revolución de Octubre del 34 y de sus batallas campales en busca de la defensa de sus derechos con la huelga del 62 y posteriormente, ya durante la democracia, con la marcha negra de hace veinte años. De esta entrega y esta capacidad de lucha vienen diferentes resultados. Uno de ellos son las controvertidas prejubilaciones y la gestión de los fondos mineros y las ayudas nacionales al sector. Se habla y se critica a gente con escasa edad y ya prejubilados, o lo que es lo mismo, percibiendo un dinero a cambio de no trabajar y de la voluntad de no volver a hacerlo.

Así que, volviendo al apoyo ciudadano, observo que hay gente que habla de estas prebendas y otras como una vergüenza que incapacita o ilegaliza la lucha minera por cuanto los propios luchadores conviven con unas ventajas que otros no tenemos. Lo primero, y a título personal, no veo una ventaja en ninguna parte a vivir sin trabajar, por mucho que cobres. Yo he ganado casi lo mismo cobrando el paro que trabajando y no me duelen prendas en decir que fue el peor año de mi vida. Supongo que existen personas que serian felices así. Otros hablan de las ventajas fiscales o sociales otorgadas a estos mineros y piden lo mismo para ellos. Bien, me parece justo. Solo necesitan organizarse y levantarse del cómodo sofá, salir a la calle y luchar por esos derechos que supuestamente merecen, ya que, corríjanme si me equivoco, pero creo que el gobierno español desde siempre, y más ahora, no va a traer ningún derecho adicional o ventaja fiscal a casa de nadie, o a lo mejor solo de algunos. Para muestra de la dejadez general, un botón. Hace un par de años, a mi colectivo laboral se nos recortó un cinco por ciento del sueldo por parte de la Comunidad de Madrid bajo el amparo de que éramos personal sanitario público, mentira que no por cien veces repetida se convertiría en verdad. Además muchos no tenían ni contrato laboral, ya que cobraban de una beca estatal y en lo general los sueldos estaban por debajo de lo correspondiente a su nivel profesional. Tras una serie de reuniones acordamos que la situación era nefasta e inconcebible y pensamos en que ya era hora de que nuestros derechos fuesen defendidos. Pese a algunas voces discordantes y extrañamente ancladas en el pasado que decían aquello tan manido de “Peor se estaba antes”, nos mostramos decididos a buscar un representante sindical, respaldado por la serie de ventajas que respaldan a los representantes sindicales y que incomprensiblemente nadie ve como ventajas a la hora de la negociación con una empresa que te puede echar si le apetece, sino como un apoyo a un vividor que quiere dejar de trabajar. Queríamos hacer piña y ya puestos, reclamar una serie de derechos que se niegan sistemáticamente al sistema investigador español. Han pasado dos años y nada de nada. Es más, huelgas generales y prácticamente ningún apoyo por nuestra parte ¿Huelgas de funcionarios?, ningún apoyo, ¿Representante de los trabajadores?desaparecido en combate ¿Y muchos quieren lo mismo que los mineros?, pues protestando en “La Twitter” como diría Clemente, no se consigue mucho.

Así que mi enhorabuena a todas esas familias que están sacrificándose día a día tras más de cuarenta jornadas de huelga. Gente que lucha por sus derechos aunque sea quemando carreteras, que llevan su batalla campal justo delante de la casa de mi abuelo, el cual luce orgulloso un pin en apoyo a la minería y a esos chavales que, tristemente, han de seguir batallando lo que el peleó hace cuarenta años. En esa lucha algo saldrá. Mientras, otros menos decididos, veremos por televisión como nuestro presidente se ha dignado en salir al ruedo para anunciarnos que nos van a retorcer el puñal un poco más en la herida, que hay que subir el IVA porque hay muchos que están robando dinero y ya se sabe que mal de muchos lo pagan los tontos. Para solucionarlo, en lugar de hacer como el sector minero, siempre podemos hacer algo muy español.

Cambiar de canal y echar la culpa al de al lado.

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