martes, 30 de julio de 2013

AJARE NAO 10. ¿POR QUÉ LO LLAMAN AMOR CUANDO REALMENTE SON GASES?


 

Para celebrar (con retraso) el cumpleaños (dos añitos) de éste, su humilde podreblog de sobremesa, vamos a cerrar la primera temporada de Ajare Nao, con un vistoso descubrimiento. El significado de sus siglas. Y de complemento, dos historias que transcurren en el mismo espacio pero en distinto periodo de tiempo.
Dos añitos
Cada mañana, penetrar en el territorio de la bestia, se hacía un poco más cuesta arriba para los dos muchachos que conformaban la maquinaria obrera del laboratorio del Tito. Muchos días, el mero esfuerzo de recorrer la escasa distancia de mi hogar, hasta la caverna de Smaug, me costaba un esfuerzo soberano, ya que pese a encontrar numerosos puntos atractivos a mi labor diaria, había momentos desoladores y que te arrebataban de toda energía, y perder la energía cuando haces algo que te gusta es algo muy complicado de sobrellevar.
Hay días que no puedes con nada más
De esa falta de animosidad proviene el grito de guerra que encabeza cada una de estas entradas. Dos personas normales que se encuentran por primera vez con la luz de la mañana, suelen saludarse con un “Buenos días”, “¿Qué tal?”, o un más formal “¿Viste ayer al Sporting? Qué mangantes, la madre que los parió”. Nosotros no. Habitualmente, el que llegaba primero nadaba en la soledad del espacio vacío del laboratorio y la tristeza le inundaba por dentro. Normalmente, el que llegaba después, abría la puerta esperando el inicio de un día que solía acabar con un cuerpo peor que con el que empezó. Por ello, al cruzar la entrada del recinto ferial que hacía las veces de laboratorio, el saludo iniciático estaba desprovisto de energía y sin ínfulas de tenerla. El recién llegado decía “Ajare”, y el que estaba de cuerpo presente “Nao”. 
Otros desean los buenos días con mucha más clase, dónde va a parar
Nadie sabe cómo empezó, ni quién lo creo, ni qué sentido tiene, ni por qué semejante parida ha seguido en el tiempo. A veces te agarras a pequeñas cosas del día a día sin saber la razón.

Y después de un Ajare Nao para todos, empiezan las historias de hoy. En ambas y aludiendo al efecto mariposa, solo cambia una cosa, el tiempo de llegada de los protagonistas. La vida es dura y pocas veces entrega a cada uno lo que se merece. Es por ello que en dos mañanas diferentes, Jandro y yo nos enfrentamos a dos situaciones idénticamente patéticas pero con diferentes matices.

sábado, 20 de julio de 2013

POSESIÓN INFERNAL (2013)



 
Seguimos con el tema cinematográfico. No es que quiera hacerle sombra al Criticón, excelente blog que pueden encontrar a un lado de sus pantallas y en el cual se comentan las películas con más delicadeza y rigor que en éste, su podreblog. No. Es el verano, el calor, que no hay liga de fútbol, que los comics van caros, que uno se hace mayor y ya no sale de parranda, las eternas distancias a recorrer en los USA que te obligan a usar el coche casi para ir al baño. Una combinación de hechos que conlleva que sentarse a ver una película sea uno de los pequeños placeres de la vida. Y hoy me ha tocado una buena película, aunque ya aviso con tiempo.

No la veas mamá.

"¡Uy, qué miedo da!"
Posesión infernal, la nueva versión de 2013, es una buena película, y es extraño que lo diga yo. No me gusta lo que se ha dado en llamar “Torture porn”, ese tipo de películas que sustituye el terror implícito por la brutalidad explícita regalando momentos de lo más desagradable y que, en muchas ocasiones no tienen justificación. Tampoco soy un gran fan de la saga originaria, aunque “El ejército de las tinieblas” ocupa un lugar en mi corazón desde que siendo un adolescente estúpido (acaso no lo fuimos todos) la alquilé para uno de mis primeros sábados solo en casa pensando que sería una especie de película de lo que ahora denominaría “Espada y brujería” y en aquella época era simplemente “Uy, una peli como las de Conan”.
Míticos años del VHS
Nada hacía presagiar, salvo las buenas críticas, que hoy estaba ante una buena película. Y lo es. Es violenta, es impactante, es desagradable por momentos, grotesca, brutal, horrenda. Cualquier adjetivo que le quieran colocar. Pero es buena. Está bien hilada, bien construida, excepcionalmente dirigida y correctamente interpretada.

"La virgen que susto"
El maquillaje, las voces, el tono general, las sorpresas, todo ello, va dirigido a que la veas en tensión y eso provocó que en un momento determinado me tuviese que poner de pie para pasar uno de los tragos. Eso solo me ha pasado previamente viendo “El sonido del trueno” pero estaba de pie porque quería irme del salón y borrarme la memoria para siempre.

Qué vergüenza señor Kingsley
Los homenajes a Raimi con esos zooms vertiginosos tan característicos  y la honesta brutalidad de sus escenas, abundantes en sangre y en detalles horripilantes, le hace ganar enteros por cuanto, al contrario que en otras películas, aquí sí que tienen sentido algunas de las situaciones que se observan. No es un “in crescendo” de lo desagradable por lo desagradable ni una acumulación de mutilaciones sin sentido (iba a escribir sin cabeza pero me quedaba redundante). Todo sigue, de alguna manera, una lógica extraña y siniestra que, de nuevo, al contrario que en muchas de las versiones de “Saw”, “Hostel” o “The human centipede”, no buscan simplemente asquear al personal.

Sin motosierra, no hay Evil Dead
Total. Me lo he pasado pipa una tarde de calor horroroso. Veremos que tal la noche. En la época de explosión del cine asiático de terror, me pegué unas cuantas noches viendo niñas peludas acercarse a mi cama. Soy un cagón, y aunque esta película no da miedo de verdad,  estilo “El exorcista”, en algún momento sentí que el corazón me iba un poco más rápido de la cuenta.

Puede que sea por la dieta malsana que llevo (hoy me ha dado por los gatos)
Menos mal que al final de los créditos, Bruce Campbell salió para calmar mi corazoncito.
Una sonrisa tranquilizadora la de Bruce

THE FAST AND THE FURIOUS 6 (¿Cómo han llegado hasta la sexta entrega?)

 
La definición de “placer culpable” es poco clara para mí. Entiendo que hace referencia a ese momento en que, por poner un ejemplo, decides que, pese a alterar tu figura de forma irremisible, comerte un litro de helado no tiene nada de malo. Hasta que acabas y sientes que te quieres morir. De igual manera, a veces ver una película realmente mala libera endorfinas suficientes como para que disfrutes de la misma. Hasta que ésta acaba y la cantidad de errores cae por su propio peso.

Es por ello que ayer le hice caso a uno de esos grandes de la vida capaz de hacer las dos cosas previamente relatadas. El gran Pol, capaz de engullir un litro de mouse de fresa pese a la toxicidad del mismo y de ver toda la saga de “The fast and the furious” sin romper a llorar.

Vale, esta escena mola un montón
Mi mujer y yo nos sentamos frente a la televisión a ver la última entrega de esta saga de tuneros y policías. A favor estaba la presencia de Gina Carano y Dwayne Johnson, más la primera que el segundo. Gina es una actriz de las que no existen, una verdadera experta del cine de acción, lo cual queda patente en sus escenas, en las cuales da la sensación que sería capaz de partir en dos a Michelle Rodríguez con un solo gesto.  Una vez metidos en harina, las escenas de persecuciones se mostraron rodadas de manera excelente y en más de un momento te hacen soltar una exclamación, con lo que, la película no aburre y no se hace larga, pero…es que en Hollywood tienen cada cosa que es para morirse.

Yo creo que me da más miedo ella que él
En la lista de barbaridades solucionables con una búsqueda en Google, está la aparición de la base de la OTAN situada en España, más concretamente en la ciudad de Lusitania, la cual, ahora mismo, no caigo si está en Huesca o en Teruel, y me duele tan mala memoria, ya que si por algo destaca Lusitania es por ser la ciudad más grande de España. Solo hay que ver que la persecución final, desarrollada dentro de la base anteriormente mencionada, transcurre durante veinte minutos por una pista de aterrizaje. Cálculos aproximados indicarían una longitud mínima de veinte kilómetros, con lo cual no entiendo la razón de situar Eurovegas en Madrid con la cantidad de terreno baldío y urbanizable que hay en Lusitania. Cabe mencionar, que cuando finaliza la persecución se observan, al fondo de la escena, las señales que indican el fin de pista. Todo sea por dar realismo.

Cálculos científicos dan esta longitud para la pista mencionada
Otra vía de aportar dramatismo es la sensación de abandono de toda ley de la física y la probabilidad. El malo tiene un coche blindado que usa en medio de los tiroteos. Eso estaría bien si no fuese porque el vehículo en cuestión es una especie de Formula 1 tunero y macarrero con las ruedas y el motor totalmente al descubierto. Aún así no hay bala que lo detenga. Por otra parte, es tal el desprecio por las leyes de Newton que Vin Diesel es capaz de saltar de un auto (muy feo) en marcha, recoger en el aire a su amada que viene proyectada desde un tanque que avanzaba en sentido contrario (chafando españoles sin que la guardia civil se persone a mediar en el asunto), atravesar la mediana de una autopista y caer sobre un coche que, en palabras de la protagonista, amortigua su caída. Tras todo este zafarrancho, la camiseta de Vin ni se deshilacha. Yo me esperaba ver trozos de vértebras incrustados en el asiento trasero del coche impactado, pero va a ser que no. Éste es solo uno de los ejemplos pero se acumulan de tal manera que, en la escena final, tuve la sensación que “The Rock” iba a ser capaz de frenar un avión poniendo la bota en las ruedas.

Uno de los malos mide seis metros de alto
También es llamativo que, durante toda la película, se hace hincapié en el sentido de familia de la banda de tuneros y tunantes. El amor, el respeto, la camaradería, todo ello es fundamental para mantener al grupo funcional. Uno de ellos muere. A nadie le importa. Se hace una parrillada en un jardín y pista. El drama y el romance son parte de la trama, aunque no muy importante. Sin embargo, pese a que el corazón no entiende de razones, hay una cosa que me llama la atención y es que la tortuga humana que es Vin Diesel sea capaz de ligarse a Elsa Pataky y abandonarla por Michelle Rodríguez. Yo no lo entiendo. Pero lo más grande es que al personaje de Elsa, no solo le da igual, sino que le recomienda encarecidamente que la deje, busque a su ex novia y encima le admira por ello. Solo lo comprendo si Vin expulsa hormonas del amor por la calva. No hay otra razón.

Si Vin hace de Visión en los próximos Vengadores, que no cuenten conmigo
También me chocó la presencia de Braga, un malo malísimo de nombre extraño que canta la Traviata de Verdi a la velocidad del sonido, explicando toda una subtrama perteneciente a las entregas anteriores en medio minuto. Lo divertido es que el personaje de Paul Walker cruza medio mundo para verle y sonsacarle información y se va conforme cuando Braga le dice un sinsentido del estilo “Solo atraparás al malo cuando él quiera” ¿De verdad? ¿Has entrado en una cárcel de Los Ángeles para que te digan eso? 

Por último agradezco a los productores que, tras la escena final, indiquen que todas las acrobacias y peripecias acontecidas son realizadas por especialistas y son peligrosas. Menos mal. Iba a agarrar mi Ford Taurus hoy y hacer unas “cafradas” dignas de mención, pero si tirar un trompo en mitad de la autopista mientras vas culo atrás y conduces con los pies es peligroso, supongo que lo tendré que posponer.

Ese podría ser yo de no ser por los amables señores de Hollywood
Aún con todo, y pese a la clara oposición de mi esposa, la escena final con la aparición de otra bestia del cine de acción, y lo bien rodadas de algunas persecuciones, posiblemente haga que me siente en mi casa a ver la séptima entrega, con un Vin Diesel cada vez más cansado, un Dwayne Johnson cada vez más hinchado y un Paul Walker que tiene menos carisma que un caldero, pero…

SPOILEEEEEEEEEEEEEEEEEERRRRRRRRRRRR

sábado, 13 de julio de 2013

PACIFIC RIM


Cuando los hermanos Lumière crearon el proyector cinematográfico, no le dieron demasiada relevancia a su aporte considerándolo como algo de escaso éxito y corta relevancia. Al fin y al cabo, no eran artistas, sino técnicos. Con el paso del tiempo, el negocio del cine se extendió y creció dejando atrás las ridículas predicciones de los hermanos franceses. Con el tiempo y una caña llegó la era de los “Blockbusters”, inaugurada por “Tiburón” de Steven Spielberg, experto en esto de sacar dinero a los espectadores con brutales puestas en escena.
Spielberg siendo consciente de que se va a forrar
Al igual que los Lumière, Spielberg es un amante de la técnica, más dotado para el arte que sus predecesores, pero un experto en crear e innovar. James Cameron es otro ejemplo de este tipo de cine en el que lo que cuenta es ir más lejos, crear imágenes asombrosas y sobrecoger al público más en la forma que en el fondo (aunque “Terminator 2” es una obra de arte y el que diga lo contrario es un politoxicómano peligroso).
Politoxicómano como el chaval que hacía de John Connor
Así que no hemos avanzado tanto. Si la llegada de un tren causó tremendo impacto en algunos de los pretéritos espectadores, hoy en día, el mensaje a la hora de recaudar millonadas parece evidente. Cuanto más grande, mejor.
Aunque no siempre funciona
Y llegamos a “Pacific Rim”, vacía del talento que alberga Guillermo del Toro pero llena de lo que el público pide en el verano. Una película de simple digestión y que te haga levantarte de la butaca de vez en cuando.
En su momento, Michael Bay, director de nulo talento, nos entregó tres enfrentamientos entre espectaculares robots gigantescos. Pese al éxito en taquilla, la calidad de las películas era ínfima por sencillas razones. La primera es que nadie pide un guión maravilloso y pulido, pero un mínimo de inteligencia es siempre aconsejable. La segunda es que la dirección de Bay es todo menos clara y al final, las batallas entre robots se convertían en un amasijo de píxeles y colores brillantes.
Aunque Optimus tiene bastante carisma
Aunque, como digo,  vacía de ese toque personal del director mejicano (si no consideramos como toque personal el cameo de rigor de Santiago Segura), del Toro es un director superlativo. La capacidad tras las cámaras se deja notar de manera notable dándonos escenas brutales en cuanto a espectacularidad y eso se agradece, más tras ver la triste última entrega de Superman. Las escenas son claras y muy contundentes, pero el guión es plano, lo suficiente para que, vista en idioma original, no entender parte de los diálogos de la pareja padre-hijo con acento australiano no te haga perder el hilo de nada importante.

Datos positivos hay varios. La introducción es excelente, contándonos como se ha llegado al punto en que la humanidad necesita robots gigantes en vez de bombas nucleares o armas de diseño más simple. La celeridad a la hora de darnos lo que hemos venido a buscar, también es algo de alabar. En el primer minuto, el puente de San Francisco ha saltado por los aires y dos minutos después aparecen los robots. También, a título personal, me ha convencido la trama en la que el personaje de Ron Perlman, aprovecha semejantes criaturas monstruosas como fuente de ingresos, demostrando que existe un Luis Bárcenas para cada situación. Las batallas son colosales, muy espectaculares y se muestran todo lujo de detalles.
No me digan que no tiene pinta de tesorero del PP
Pero eso es todo. Si es lo que buscan, bienvenidos a “Pacific Rim”, pero si quieren salir de la película comentándola con sus amigos y con la sensación mágica de haber visto un peliculón que yo, por ejemplo, experimenté con “Se7en”, “Matrix” o “León”, creo que no va a ser el caso. Los personajes no tienen carisma y la historia está lo suficientemente trillada como para no verte sorprendido. Mi última esperanza de “peliculón del verano” es “Elysium”, y sale Matt Damon que es a la actuación lo que Leonardo Dantés a la ópera. Menos mal que también está Jodie Foster. Veremos en qué queda.
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