viernes, 24 de abril de 2015

PACHANGAS Y PACHANGUEROS




Hoy debería hablar de fútbol. Es algo justificado y justificable puesto que hace mucho que el balompié no inunda este blog. Leía hace poco como el fallecido Eduardo Galeano hablaba del deporte rey y no puedo más que sentir admiración por la forma de escribir de este prominente autor uruguayo. Desconocido para mí, inculto por vocación, he de reconocer el increíble talento de Galeano para convertir en hermosa prosa algo tan terrenal como el fútbol. 
Un minipunto para el que adivine el nombre el jugador que está de pie
Eduardo Galeano hablaba acerca del fútbol profesional desde un punto de vista casi mitológico. Para él era necesario escribir acerca de las leyendas del balón, los hinchas, los técnicos, las derrotas y las victorias. Todo aquello que engloba este espectáculo cada día más alejado del deporte. Quizá él lo hiciese porque su calidad literaria (visto lo poco que he visto), le acercaba más a la primera división que la mía. Es por ello que encuentro necesario que mi prosa juzgue el fútbol terrenal. El balompié de barro, cemento y campos destartalados. El fútbol que se juega en canchas improvisadas repletas de pasión y vacías de glamour. Ese deporte practicado por personas que, sin haber tocado la gloria del balompié, mantienen vivo este deporte en forma de tradición y transmisión. Mi capacidad como cronista deportivo solo me permite hablar del noble mundo de las pachangas futboleras. Está claro que nunca me ficharán ni Pedrerol ni los Manolos
Pedrerol no aprendió nada de Robinson en "El día después"
Dentro de esas culturas sub-urbanas siempre se ha hablado de los góticos, los skaters, los raperos, los heavys, los pijos... y muchos otros, pero, ¿dónde están los futboleros? Y no me refiero a Tomás Roncero y demás futbolero de gritos en la barra de bar. Me refiero al futbolero pachanguero. Me refiero a aquel que, cada martes, apura la última hora de trabajo empleando una capacidad multitarea que desconocía tener por la simple razón de “Los martes tengo pachanga con los colegas”.
O un solteros contra casados de toda la vida
Para el futbolero “real”, ese día está marcado a fuego y pobre aquel que se interponga en su camino. El estrés de llegar a la hora a la pachanga se calma en el momento de iniciar la misma. Toda una tradición, si se me permite decirlo. A la hora del partido se juntan en torno a un balón diferentes personas con diferentes orígenes, variopintas condiciones familiares, opuesto estatus económico, distintas consideraciones político-religiosas e incluso gente que apenas se conoce. Todos ellos forman una especie de tribu suburbana hermanada por el chándal y las botas de fútbol de brillantes colores y medio rotas por el uso.
Es muy importante recubrir la portería de óxido para tener más opciones de pillar el tétanos y agarrarte unos días de baja
Y he ahí lo hermoso del deporte. De éste y de muchos. Ese acercamiento a lo tribal. A lo que nos une frente a lo que nos separa. El amor por el juego, tan difícil de explicar como de entender, une a gente de variopinto pelaje. Y de eso va la entrada de hoy. Porque aunque largo, este primer tomo de la enciclopedia de lo pachanguero solo tiene carácter introductorio. Ahora viene lo definitorio.

Porque el fútbol de patio de colegio jugado entre adultos es un muestreo de lo mejor y lo peor de nuestra sociedad. O lo que es lo mismo. Es una representación social tan válida como cualquier análisis demoscópico. Además los fenotipos pachangueros tienden a mostrar características enantioméricas. Esto es, para los menos formados en el arte de la química clásica, que existen en las canchas jugadores que son la imagen especular de sus rivales y por ello mismo no son superponibles ni iguales. Pongamos nombres a los ejemplos.

jueves, 2 de abril de 2015

PELÍCULAS PACHANGUERAS. DEL 40 AL 36




En esta ocasión la parada en el blog tenía una razón de ser relevante. Tras casi dos años y medio volví a Asturias desde tierras infieles y, ocasiones de tal magnitud, merecen detener las rotativas por un tiempo. Ni que decir tiene que mi retorno a la más bella de las tierras estuvo acompañado de buen comer, buen beber y excelsa compañía, pero nada de cine. Así que tras un mes sin ver una película decente creo que es hora de caer en la más absoluta de las nostalgias y seguir con mi “cutre-lista” de películas pachangueras. Hoy, amor, humor, algún monstruo, muchos cerdos y Tina Turner por partida doble. 

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