lunes, 8 de junio de 2015

GRACIAS GUAJES




Fue uno de esos instantes en los que el tiempo se detuvo. La acción se congeló y se estancó. Solo de esta manera el suceso esperado tuvo lugar. Millones de opciones, estadísticas y posibilidades pasaron ante miles de ojos sin que nadie se diese cuenta. Las leyes de la física se rompieron ante el poder de los milagros en el momento en que un batallón de mariposas batió sus alas en algún lugar remoto para causar un tsunami de felicidad en Sevilla y Gijón. 


Y ganó el Sporting. Y ascendió el Sporting. Y la estadística saltó por los aires mientras la probabilidad se hacía añicos y la lógica miraba para otro lado. En un momento, un chico, un jugador del Lugo desconocido por muchos, se alzó del suelo e impactó con la testa un balón. En un instante miles de corazones latieron al unísono. Y fue hermoso porque no podía ser de otra manera. 


Porque esos mismos corazones acelerados venían fatigados de años de angustias. No es lo mismo, o mejor dicho, no es ni remotamente parecido, celebrar por costumbre que celebrar con el alma. Parece mentira que un club más que centenario tenga tan poca experiencia en eso de levantar los puños al cielo, llorando de alegría y riendo en libertad. Sin embargo el Sporting es un equipo tradicionalmente acostumbrado a la derrota dolorosa, a la lágrima del último minuto y a quedar en la orilla tras hartarse de remar. Somos un equipo que ha vivido siempre en el alambre del minuto fatídico, de la victoria por la mínima y del triunfo a través de la agonía.

Porque la historia del Sporting se llena de minutos de oro que relucen entre las sombras. El cielo de Gijón retumbó cuando un chico llamado Jaime puso de rodillas a Van Basten y Gullit. El Bernabéu se nos quedó pequeño el día que Miguel de las Cuevas alojó un balón en la esquina de la meta de un campeón del mundo causando que un gran canalla de corazón pequeño hincara la rodilla ante un paisano con un alma insobornable. En Mestalla, un delantero histórico que recientemente lo ha ganado todo como entrenador, metió al Sporting en Europa en una de esas finales que se guardan en la memoria, permitiendo que un eterno portero suplente llamado Emilio se convirtiese en héroe en Belgrado al año siguiente.

Minuto a minuto. Golpe a golpe. Así se gesta la historia de un equipo nacido para sufrir y predispuesto a soñar. Cuando las victorias no son costumbre, parecen saber mejor. Cuando la grandeza se gesta desde la miseria, las mieles de la victoria son un poco más dulces. Llega, por fin, la hora de gozar, de gritar, de dejar que la gloria entre por la puerta mientras el sufrimiento salta por la ventana.

Pero ya es el momento. Es el momento de dejar atrás los escasos minutos de luz. Ahora es la hora. La hora del Sporting. Toca dar un paso adelante y apretar los dientes. Toca gestar algo grande y los mimbres están. Aquí no hay respetables jornaleros del balón, no hay figuras del balompié mundial, no hay futuros traspasos que llenarán portadas de diarios que solo interesan a millones de personas. Solo hay guajes con hambre. Con un hambre descomunal. Son un ejército cuya única arma es una entrega denodada a unos colores y una constancia a prueba de sacrificios. Da igual que vengan de la lejana Colombia, la cercana Extremadura, el Móstoles desconocido o el centro de Ujo. Si les dejan, van a ir a por todas. Podrán perder, empatar y hasta ganar. Si todo se hace bien podremos ver a Cuéllar atajar a mano cambiada en el Calderón. Castro meterá la punterina en Anoeta. Jony quemará la banda de San Mamés. Luis cruzará el Nou Camp con la fuerza de un ciclón e Isma le tirará un caño a la enésima estrella del Bernabéu mientras enfila portería. Es tiempo de que los guajes sueñen y con sus sueños empujen la ilusión de muchos. Porque perderán, sufrirán y maldecirán. La primera división no hace prisioneros. El Sporting tampoco. Podemos estar ante el inicio de algo grande, no ante el comienzo del enésimo viaje circular a la nada. Pero ahí estamos, que no es fácil, y a partir de aquí comienza la ilusión.

Gracias guajes por haberme permitido perder la cordura un hermoso domingo de junio. 

jueves, 4 de junio de 2015

PEDALEANDO POR ROSWELL. EDICIÓN 2015





Vuelve la Ride for Roswell y la vuelvo a correr por tercer año consecutivo. Además, y sin que sirva de precedente, voy a jugarme el tipo y participar en una ruta de 45 millas, que diréis “Pues no es para tanto”. Y puede que no lo sea, pero los malos hábitos alimenticios, laborales y vitales me han alejado de mi estado de forma idóneo y me han acercado a un estado de forma crítico que demuestra científicamente que las alitas de pollo, los perritos y las costillas a la barbacoa son vicios excelentes para el sistema dopaminérgico pero al mismo tiempo causan que al correr escaleras abajo te peguen las tetillas en la cara. 
 
Qué salao
Además, en próximas fechas me haré con la propiedad de una Playstation 4 y un juego de Batman que me mantendrán pegado al sofá. Una genial idea envuelta en la maldad inherente de los malos hábitos de los que os hablo.
 
Me voy a enganchar mal
Vamos, que este año dejo atrás las treinta millas de rigor que vine haciendo en las carreras de 2013 y 2014, y durante la mañana del 27 de junio de 2015 me enfrentaré a la carretera para, por una buena causa, recorrer poco más de setenta kilómetros del paraíso que es Buffalo durante el verano. A decir verdad merece largamente la pena. Por mi salud y divertimento y por donar unos euros a Roswell Park, un hospital que parece dar una atención excelente a sus pacientes.
 
Bonito edificio
Como siempre habrá resumen de lo acaecido si es que no me da un colapso en la milla dos. De momento entreno distancias cortas (veinte a treinta kilómetros) para ir cogiendo algo de pulmón. Pinchazos y problemas de frenos han arrastrado mi preparación, pero no voy a buscar excusas (de momento). Si llego lo haré por fondo físico y si no llego seguiré los consejos del amigo (y doctor en Bicicletismo) Pol, y simularé un problema mecánico grave, porque no hay nada más futbolero que simular algo. A la mala tiro la bici al río y que me busque el coche escoba.
 
Se le salió la cadena al muchacho

Para el que quiera colaborar (que no es obligatorio ni menester, pero que ya que estoy, pues lo pongo) aquí queda la dirección donde ingresar unos euros por una buena causa.
 
Que llueva dinero
Informaremos próximamente.
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