Hace nada, el genio de David Bowie
se metía de nuevo en la lámpara maravillosa de la que salió, una y otra vez,
para conceder obras maestras a aquel que quisiera escucharlas. Hoy, otro gran talento,
un menos conocido, pero no por ello menos talentoso Alan Rickman, abandona este mundo que queda un poco más huérfano de
talento y un poco más vacío de arte y leyendas.
jueves, 14 de enero de 2016
miércoles, 6 de enero de 2016
LA GUERRA DE LAS GALAXIAS. EL DESPERTAR DE LA FUERZA
Ayer me acerqué a ver la última entrega de “La Guerra de las Galaxias”. Sin ser un
gran fan, he de decir que pocas películas pueden tener tanta magia como ésta. Ver
los cartelones amarillos mientras suena la fanfarria orquestada por John Williams, ya parece suficiente para
retrotraerte a la más tierna infancia y te genera ilusión por lo que estás a
punto de ver.
Es cierto que “El despertar de la fuerza” no es una obra maestra. Es evidente que
el guion es simple y vuelve a lugares comunes sin arriesgar casi nada. Sin
embargo sería falso decir que, tras la lamentable trilogía anterior, esta nueva
entrega no significa una nueva esperanza.
Y es el inicio de la película mi parte
favorita. Saltamos de personaje en personaje con rapidez pero con pulso. Del
bravo piloto al soldado imperial con conciencia…
Y hago un inciso porque hace un par de años
escribí una breve historia sobre un soldado imperial con un amor inquebrantable
por las artes escénicas. En su momento no me decidí a publicarla porque, seamos
serios, me pareció una fumada monumental. Pero todo se andará.
viernes, 1 de enero de 2016
MI GRAN NOCHE
Primera noche del año. No está siendo una
gran noche. No tengo el cuerpo para cumbias desde una extracción de muelas del
juicio que tuvo lugar hace más de una semana. Infecciones y complicaciones
varias me trajeron por el camino del dolor durante unos días, amén de que el
exceso de pastillas imposibilitó la ingesta de algún brebaje o sustancia
etílica que me ayudase a mantenerme con ritmo más allá de la media noche.
Sin embargo mi amado vecino tuvo a bien
salir de comedia hasta las 3 de la mañana, acto digno de elogio por cuanto el
señor ya peina canas. Aunque claro, una vida de comer, dormir, fumar porros y
vaguear supongo que deja energía suficiente como para disfrutar de la noche
local. Así que el buen hombre tuvo a bien llegar a casa y poner un poco de
música a un volumen, digamos excesivo. Si fuese algo de música decente quizá lo
podría perdonar, pero el buen hombre es amante de la música jamaicana más
extraña y del jazz más desconcertante. Con ello quiero decir que la música
presente en mi noche insomne era un concierto a dúo entre lo que parecía un
percusionista al que le hubiesen echado algo de cola cao en la droga y un
bajista, posiblemente manco, con los mismos conocimientos musicales que un
orangután de Borneo. O quizá menos.
Así que entre notas asonantes me tuve que
desvelar y decidí acercarme al salón a jugar un rato a la PlayStation, que para
eso está. En ese instante descubrí que, en los hermosos momentos de silencio
que se sucedían entre canción y canción, mi querido vecino tenía a bien roncar
como una marsopa en celo. Una gozada oigan.
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